La ciudad de Rosario es la tercera más poblada de Argentina, detrás de Buenos Aires y Córdoba, con casi un millón y medio de habitantes. Se ubica a 300 kilómetros al noroeste de la capital nacional, a la orilla del Río Paraná, donde posee uno de los puertos más importantes del país, por el que se exporta buena parte de la producción cerealera de las fértiles llanuras de la Pampa Húmeda.
Se la conoce por ser cuna de figuras destacadas de todos los ámbitos, como los campeones mundiales Lionel Messi, Ángel Di María y Ángel Correa. Sus dos clubes más importantes, Newell´s Old Boys y Rosario Central son permanente animadores de la liga nacional y grandes canteros de talentos deportivos, además de una fuerte marca identitaria que divide a sus habitantes en dos grandes e irreconciliables facciones.
Lionel Messi y Angel Di Maria son dos de los res campeones mundiales oriundos de Rosario. (Photo by Kirill KUDRYAVTSEV / AFP)También la ciudad generó su propia escena musical, que se proyectó nacional e internacionalmente, conocida como la «trova rosarina», de la que posiblemente Fito Páez, aunque luego se volcó al llamado «rock nacional», sea su figura más reconocida. Otro argentino universal nacido en la ciudad es Ernesto «Che» Guevara.
La ciudad también supo albergar un importante cinturón industrial, que la llevó a convertirse en el segundo más importante de Sudamérica, sólo por detrás de San Pablo (Brasil). Sin embargo, buena parte de esa pujanza comenzó a decaer primero con los gobiernos militares de la última dictadura (1976-1983) que impusieron un modelo económico de dólar barato sostenido por endeudamiento, lo que incentivó la importación y socavó la industria argentina. La tendencia se reforzó durante los gobiernos de Carlos Menem (1989-1999), que profundizaron ese tipo de políticas. El resultado fue el cierre de cientos de empresas y miles de obreros sin trabajo, con la consiguiente degradación social que esto provoca.
Rosario es la ciudad cabecera de una amplia zona productiva, con actividad agroindustrial y portuaria, ubicada a orillas del Río Paraná y con vías de comunicación terrestre y fluvial que la ubican en un punto estratégico. Foto Oficina de Turismo de Rosario.Con el tiempo muchos de los hijos de esos antiguos obreros terminaron convirtiéndose en «soldaditos» del narcotráfico, que vino a suplantar las antiguas actividades económicas legales. Esas condiciones sociales, sumadas a la existencia del puerto y la circulación en la ciudad de grandes cantidades de dinero sin declarar, producto del contrabando, una institucionalidad débil, marcada por la penetración de toda clase de maniobras delictivas en las fuerzas de seguridad y el poder político hicieron de la ciudad es ámbito ideal para que se asienten y crezcan bandas dedicadas al narcotráfico, frecuentemente enfrentadas entre sí en violentas guerras que no se circunscriben a sus integrantes.
El puerto de Rosario es un de los más importantes del país, y conecta la ciudad con el nordeste argentino, Paraguay y el sur de Brasil. Esta conectividad la convierte en atractiva para el narcotráfico. Foto: Oficina de Turismo de Rosario.Tasa de homicidios récord
Con una tasa de 22,6 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2022, la ciudad cuadriplica la media nacional de 5,3. En los dos primeros meses de 2023 hubo 60 homicidios, más de uno por día
Aunque lejos de los números que marcan Tijuana, Caracas o Fortaleza –por citar otras ciudades latinoamericanas con problemas de profunda violencia–, lo que sucede en Rosario sorprende en el contexto argentino, que exhibe estadísticas que lo ubican entre los países más seguros de la región.
La policía de Santa Fe se encuentra en el centro de las sospechas, debido a las denucnias de complicidad con el narcotráfico. (Photo by MARCELO MANERA / AFP)La mayoría de los asesinatos son cometidos actualmente por sicarios, provenientes de amplias franjas sociales marginadas del mercado de trabajo, para quienes la tarea se convirtió no solo en una salida económica, sino también en una manera de construir identidad. La actual crisis actúa como caldo de cultivo para la proliferación del fenómeno: según las últimas estadísticas oficiales, en el Gran Rosario el 39,4% de la población es pobre y el 10,6% indigente.
Impacto internacional y reacción política
Si bien los episodios de violencia se vienen sucediendo desde hace alrededor de una década, el atentado sufrido por la familia de Antonella Roccuzzo, esposa de Lionel Messi, al balear el supermercado familiar provocó una fuerte reacción social y política, con intervenciones de todos los estamentos, ya sea del oficialismo o de la oposición.
Dejaron además una nota escrita a mano donde se lee: «Messi te estamos esperando. Javkin es narco, no te va a cuidar». Pablo Javkin es el intendente de Rosario, un abogado de 51 años que desde 2019 gobierna la ciudad. Por su filiación política pertenece al Frente Progresista Cívico y Social, una coalición que reúne al partido Socialista y al Demócrata Progresista, entre otros, y no está alineado ni con el gobierno de la provincia de Santa Fe ni con el gobierno nacional de Alberto Fernández, ambos peronistas.
Nota dejada por los delincuentes en el supermercado perteneciente a la familia Roccuzzo. Foto: TwitterJavkin dijo dudar de que se trate de una banda de narcotraficantes. «Permítanme dudar. Acá no hay pedido de plata, no hay pedido de nada en beneficio de nadie. Es absolutamente diferente. Cuando han habido atentados narcos, siempre los mensajes están determinados con una amenaza para generar un beneficio para alguien que está detenido», dijo.
Un problema complejo de difícil abordaje
En Argentina, cada uno de sus 24 distritos tiene su propia policía, que actúa con independencia de las fuerzas federales. La de Santa Fe sufre desde hace tiempo una gran desconfianza, en buena medida debido a su comprobada connivencia con el delito. Ello generó incontables cambios de cúpulas y exoneraciones, así como también motivó sucesivos pedidos al Gobierno nacional, que entre 2019 y 2021 duplicó la presencia de agentes federales (provenientes de Gendarmería, Prefectura y Policía Federal). Nada logró erradicar el problema de raíz.
Para todos los interlocutores, el eje principal de salida al conflicto es el fortalecimiento de la institución policial, un objetivo que es fácil enunciar aunque complejo de implementar. La aplicación de diseños estratégicos –pequeños, pero sostenibles en el tiempo– y el uso de herramientas de seguridad democrática –como el control político de la fuerza– parecen ser un norte posible, para solucionar un problema que desde hace años se apoderó de la cotidianidad de Rosario, una ciudad que supo promocionarse como la Barcelona argentina, pero que hoy teme convertirse en la Sinaloa del Cono Sur.