Argentina y Paraguay sostienen vínculos por diferentes circunstancias históricas, sociales y culturales. Además, comparten fronteras y el aumento de la migración entre ambos países.
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) la presencia de argentinos en Paraguay crece aunque en menor grado de los paraguayos que viven en Argentina. Mientras que en 2010, el censo argentino señala que estarían unos 550 mil migrantes paraguayos; se estimaba que en Paraguay había en ese año poco más de 80 mil argentinos.
La búsqueda de trabajo fue uno de los principales factores que empujó a los paraguayos a migrar al vecino país con la visión de tener mejores oportunidades, radicándose y viendo crecer a sus hijos, de acuerdo a datos de la Encuesta de Hogares.
Fernando Báez Sosa, de 18 años, quien falleció en Villa Gesell tras una golpiza, es fruto de esa migración. Es el hijo de paraguayos, Silvino Báez y Graciela Sosa, quienes dejaron Carapeguá hace años para buscar crecer con un mejor futuro en Argentina.
En ambos países se realizaron sendas manifestaciones con el repudio unificado ante el terrible hecho acontecido hace tres años y se ha generado un revuelo a nivel social, lo cual aumentó exponencialmente cuando comenzó de manera formal el juicio, que tendrá su culminación este lunes 6 de febrero, cuando se lea la sentencia que definirá el futuro de los 8 imputados, quienes podrían recibir una condena de prisión perpetua, la absolución o una sentencia más benévola.
Movilizaciones en varios puntos
El epicentro de las movilizaciones es en la ciudad de Dolores, de la provincia de Buenos Aires, porque allí se lleva la causa judicial y la última vez se congregaron más de 3.000 personas. Con réplicas de las manifestaciones en Mar del Plata, Córdoba y otras ciudades más que expresaron solidaridad con la causa.
En Asunción, estudiantes de Derecho de la Universidad Nacional, autocombocados también se movilizaron y desde el Congreso Nacional de Paraguay se aprobó un proyecto de declaración para pedir justicia para la familia y castigo a los responsables del asesinato del joven.
A días de darse la sentencia, manifestantes de los dos países se unieron en un mismo pedido de justicia. Un grupo de amigos y familiares de Carapeguá viajará para brindarles apoyo, indicó Pastor Sosa, el tío materno del joven que vive en Paraguay.
Cómo fue el crimen
Fernando Báez Sosa, de 18 años, llegó a la localidad balnearia bonaerense de Villa Gesell el jueves 16 de enero de 2020. Su plan era permanecer unos días allí con sus amigos de la escuela secundaria y con su novia Julieta. El viernes 17 de enero, Fernando y sus amigos decidieron que irían a la discoteca Le Brique, uno de los tradicionales espacios de recreación juvenil de la ciudad.
Para las 4:30, debido a la aglomeración de personas en el local, hubo un roce entre los rugbiers y los amigos de Fernando. De acuerdo a los testigos uno de los imputados manifiesta que dejen de empujar, a lo que un amigo de Fernando dice: «¡Estamos todos iguales!». Luego, los jóvenes deportistas, oriundos de la localidad de Zárate (ubicada en el norte de la provincia de Buenos Aires) incitan a pelear al otro grupo. Los guardias de seguridad deciden sacar por un lado a los rugbiers que oponían resistencia (sobre todo uno de ellos, llamado Máximo Thomsen, que se mostraba muy alterado) y por otro lado salieron Fernando y sus amigos de manera pacífica.
Luego de ser expulsado, Fernando decidió quedarse enfrente de la discoteca junto a siete compañeros tomando un helado y esperando que saliera el resto del grupo. Dos minutos después de salir, a las 4:44, dos de los rugbiers (Enzo Comelli y Ciro Pertossi) atacaron a Fernando y amigos de él por la espalda. Se cree que ocho de los diez zarateños participaron del homicidio. Los victimarios golpearon a Fernando hasta dejarlo inconsciente y luego le propinaron patadas en la cabeza; asimismo otros del grupo golpearon a sus amigos, impidiéndoles acercarse a la víctima. Un amigo de Fernando, Tomás, también terminó herido. El ataque duró menos de un minuto.
Según la hipótesis de la fiscal, hubo una división de tareas para cometer el homicidio, algunos golpearon a la víctima y otros evitaron cualquier tipo de ayuda. Lucas Pertossi filmó el comienzo de la golpiza, hasta que cortó la grabación para sumarse a la misma. Cuando Fernando ya estaba en el piso, Thomsen le propinó patadas en la cabeza y golpes de puño, y que además manifestó: «¡Dale cagón! ¡Levantate y peleá!» y «¡A este me lo voy a llevar de trofeo!». Otra frase que se escuchó fue la de Matias Benicelli: «¡A ver si ahora volvés a pegar de atrás, negro de mierda!».
Testigos de la ciudad de Zárate comentaron en diversos reportajes periodísticos que el grupo solía armar peleas en discotecas de la zona; algunos tenían antecedentes de ser protagonistas de agresiones.
Después de cometido el asesinato, los rugbiers volvieron al lugar donde estaban alojados relatando en voz alta lo sucedido y fueron escuchados por una empleada de un hotel cercano, cuyo testimonio sirvió para la detención de estos jóvenes horas más tarde. A las 5:30 de esa madrugada, el grupo fue captado por las cámaras de seguridad de un restaurante de comidas rápidas de la cadena McDonald’s, al cual acudieron luego de haberse deshecho de los restos de sangre del cuerpo. A las 10:38, los rugbistas fueron detenidos por la policía bonaerense en la casa en la que estaba alojados. Cuando llegó la policía los jóvenes estaban durmiendo.
Factores de la repercusión mediática
En 2020, año del asesinato de Fernando hubo en Argentina un total de 2416 homicidios, con una tasa de 5,35 cada 10 mil habitantes, una de las más bajas de la región y de América. De ese total pocos son los casos que obtienen gran cobertura por parte de los medios de comunicación y que logran instalarse en la agenda pública como un tema principal, lo que habilita la pregunta sobre por qué este caso generó tan alto nivel de exposición.
Uno de los factores puede tener que ver con el lugar y el momento en que ocurrió. Villa Gesell es un destino popular entre jóvenes de todos el país para tomar vacaciones en grupo. Esto es así desde hace al menos 60 años, cuando su fundador, el inmigrante alemán Silvio Gesell, estableció una pequeña aldea costera en medio de un bosque de pinos que él plantó entre los médanos y el mar. Pronto el lugar se convirtió en la meca del incipiente movimiento hippie y pronto su popularidad de extendió al resto de los jóvenes. Esta tradición no impidió que también prosperara el turismo familiar, por lo que se trata de uno de los epicentros del verano en Argentina. Además el crimen ocurrió en el mes de enero, que es el más concurrido y en el que más personas suelen tonarse días de vacaciones durante el verano austral.
Otro factor muy importante es la procedencia social de los protagonistas. Mientras los imputados perteneces a familias tradicionales de clases acomodadas y juegan a un deporte como el rugby (que en Argentina tiene un fuerte sesgo de clase), la víctima era hijo de una familia de trabajadores inmigrantes que con esfuerzo lograron establecerse y que su hijo vaya a la Universidad de Buenos Aires, donde estudiaba la carrera de abogacía. Esa diferencia de clases sociales se instaló en el centro de los debates, tanto en los medios de comunicación como en la calles y el debate público, sacando a la luz problemas sociales que suelen mantenerse ocultos mientras no ocurren hechos que los ponen en primer plano.
La existencia de materiales audiovisuales que contribuyeran a presentar el caso en televisión seguramente colaboró en su instalación mediática. A los videos registrados por transeúntes se suman los de las cámaras de seguridad de la discoteca que registraron el momento en el que los violentos jóvenes son expulsados y los de las cámaras de seguridad en la vía público. Además pronto trascendieron audios obtenidos de las comunicaciones entre los jóvenes imputados que resultan agraviantes por la falta de empatía y comprensión de la gravedad de lo que habían protagonizado.
Finalmente, hay que mencionar el papel del abogado de la querella. Se trata del conocido y popular letrado Fernando Burlando, que desde un primer momento se acercó a los padres de Fernando para ofrecerles hacerse cargo del caso de manera gratuita. Burlando es muy hábil en la utilización de la comunicación pública en los casos en los que participa, y este caso no fue la excepción. Tanta exposición tuvo que acaba de anunciar que está planificando incursionar en política, actividad que requiere un alto conocimiento público.
Debate entre el punitivismo y la búsqueda de justicia
La extendida indignación popular, alimentada por la exacerbación mediática y la necesidad de justicia agregan a esta caso un factor que trasciende los ámbitos tribunalicios y tiene que ver con la apliacción de la cadena perpetua como forma de castigo o como una manera de reparar los daños causados a la víctima y su familia.
En Argentina, luego de algunos casos de gran trascendencia pública los legisladores promovieron leyes que endurecen las penas y restringen el acceso a beneficios penitenciarios, como la libertad condicional. Con las les leyes actuales los jóvenes imputados se enfrentan a la posibilidad de recibir penas de prisión perpetua que en la práctica significan al menos 35 años tras las rejas antes de solicitar algún beneficio de morigeración de penas, y de acuerdo a los agravantes de la condena ese lapso podría extenderse hasta los 50 años.
Esta situación genera que surjan algunas voces como la de la abogada e integrante del Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos (Cepoc) Claudia Cesaroni, que cuestiones lo que denominan populismo punitivista, es decir la búsqueda de venganza mediante largas condenas para satisfacer el clamor popular. Estas posturas suelen provocar debates y virulentas respuestas en redes sociales, que luego se replican en el debate público.
Cambios en la sociedad
Esa conjunción de elementos sumado reclamo de justicia, que el caso tiene como protagonistas a personas muy jóvenes y la mediatización del juicio hacen que Paraguay y Argentina estén pendientes de una sentencia que se conocerá el lunes 6 de febrero en los tribunales de la ciudad de Dolores.
Fuera de la discusión sobre punitivismo o justicia, desde el ámbito legislativo surgió la iniciativa a la “Ley Fernando”, que busca proteger la integridad de los jóvenes que tienen el derecho de disfrutar de una sana diversión, sin terminar en una tragedia.
Seguramente la condena no terminará con los debates jurídicos, pero al menos el caso ha puesto a pensar a la sociedad sobre la violencia juvenil, la discriminación y los modos de lidiar con estos problemas a futuro.