En más de un año de éxodo récord en Cuba, el restaurante Nel Paradiso de La Habana perdió 50 empleados y completar su nómina parece una meta inalcanzable. «No te da tiempo a recuperar el personal que se va», se lamenta una de sus responsables.
Después del cierre por la pandemia del coronavirus, el restaurante reabrió sus puertas dos meses antes de que Nicaragua, un aliado de La Habana, decretara la exención de visado para los cubanos en noviembre de 2021, desatando la mayor ola migratoria en más de seis décadas de gobierno comunista.
«La apertura de Nicaragua fue un golpe (…) de 50 trabajadores nos quedamos con 30 en una semana», declara a la AFP Annie Zúñiga, de 26 años y encargada de la contratación en el restaurante, ubicado en el centro de la capital cubana.
En la terraza del lugar, que ofrece una envidiable vista, Zúñiga explica que de los 60 trabajadores contratados en los últimos 14 meses «en Cuba quedan 10». Cubrir las vacantes que dejan los que emigran se convierte en una tarea que consume tiempo y recursos.
«No hemos logrado formar un colectivo unido y duradero, porque cuando pensamos, bueno, ya este es el equipo (…), viene uno y me dice ‘esta es mi última semana, la que viene me voy'», añade la joven. «Es catastrófico», apunta.
«Un dolor incalculable»
Según estadísticas oficiales estadounidenses, en 2022 las autoridades fronterizas interceptaron en 313.488 ocasiones a cubanos que entraron ilegalmente al país. La gran mayoría ingresó por la frontera con México pero la llegada por mar, a través del estrecho de Florida (140 km), también se disparó el año pasado.
Estados Unidos, que intenta frenar con nuevas medidas el flujo migratorio desde América Latina y el Caribe, es el principal destino de los cubanos. No hay cifras oficiales de los cubanos que migran a otros países.
El éxodo masivo se da en momentos en que la población de Cuba, de 11,1 millones de habitantes, envejece y decrece, además de enfrentar su peor crisis económica en tres décadas debido al impacto de la pandemia, problemas de ineficiencia interna y el recrudecimiento del bloqueo estadounidense.
Los cubanos sufren una inflación galopante, así como tediosas colas para comprar comida y combustible; los medicamentos escasean y los apagones alcanzaron en 2022 un récord, provocando malestar social.
La falta de personal «nos pone en apuros», dice el jefe de meseros del Nel Paradiso, Norberto Vázquez. Este profesor de gastronomía destaca que ha formado «a más de 50 sommeliers» que «hoy no están en Cuba».
«Algunos alumnos me dicen ‘profe, lo único que estoy pensando es en cómo me voy’, y eso me da un dolor incalculable», añade.
La mayoría de los cubanos que emigran están entre los 19 y 49 años y cuentan con altos niveles de calificación, según datos del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana.
En la isla, la actual oleada migratoria golpea a muchos sectores, incluido el turismo, motor económico que comienza a reactivarse tras el fuerte impacto de la pandemia.
Los hoteles de lujo no están exentos. «Un 30% de los empleados» del Hotel Parque Central, una empresa mixta con inversiones del grupo español Iberostar y del gobierno cubano, emigró y sus ejecutivos tuvieron que contratar a estudiantes de hotelería para cubrir vacantes, contó a la AFP una fuente bajo anonimato.
«Se nos va lo más valioso»
Asimismo, el francés Stéphane Ferrux vio migrar en un año a una decena de los 60 proveedores de servicios de la agencia de viajes que dirige en La Habana desde 1995.
Algunos de estos trabajadores independientes reciben un sueldo mensual de hasta 1.500 dólares, equivalente a 45 salarios promedio en la isla.
«Cuando no encuentras nada», por la escasez generalizada y «te sientes sin perspectiva de futuro, aunque tengas los medios, eso desencadena la partida», acota Ferrux.
Empresas privadas, pero también entidades públicas y embajadas, se han visto afectadas por este fenómeno.
En enero, el «grito desesperado» de un profesor de ciencias de la Universidad de La Habana se hizo viral en redes sociales: «Los laboratorios se nos están vaciando (…) se nos va lo más valioso».
El presidente Miguel Díaz-Canel admitió en octubre que «en Cuba la emigración es alta», y responsabilizó de ello a las leyes de Estados Unidos que favorecen a la emigración cubana.
«Cada joven que abandona los estudios y el trabajo para emigrar» es «una derrota», consideró.