Los máximos responsables de la Unión Europea (UE) expresaron este viernes su apoyo al proceso de adhesión de Ucrania durante una cumbre en Kiev, en pleno conflicto con Rusia, que ha redoblado su ofensiva en el este de la exrepública soviética.
A la reunión asistieron la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski.
«Los apoyaremos (…) en cada etapa de su viaje hacia la UE», tuiteó Charles Michel este viernes a su llegada a la capital ucraniana, donde las sirenas antiaéreas resonaron de madrugada, recordando el riesgo permanente de que Moscú vuelva a atacar Kiev.
Ucrania es oficialmente candidata a la adhesión al bloque desde junio de 2022, un proceso arduo que requiere numerosas reformas y que podría llevar años, pero que el gobierno ucraniano espera acelerar.
El presidente Zelenski consideró el jueves que su país merece comenzar «este año» las conversaciones de adhesión a la UE.
«Cada paso hacia una mayor integración de Ucrania a la UE es una fuente de inspiración para nuestro pueblo», afirmó, y añadió que se debería intensificar la presión internacional sobre Rusia.
Von der Leyen aseguró en Kiev que está trabajando en nuevas sanciones contra Rusia para el 24 de febrero, primer aniversario de la invasión. No brindó detalles de los planes para ese décimo paquete de sanciones, pero afirmó que Moscú debe «pagar por la destrucción que ha causado».
Consideró que las sanciones adoptadas hasta ahora han hecho retroceder a la economía rusa «una generación», señalando que la limitación al precio de las exportaciones rusas de petróleo a 60 dólares el barril le cuesta a Moscú 160 millones de euros (174 millones de dólares) por día.
Temor a una ofensiva
Este domingo entrará en vigor un embargo europeo a los productos petroleros refinados rusos exportados por vía marítima, una medida «negativa» que «desequilibrará aún más» los mercados, según denunció el Kremlin este viernes.
Además, el gobierno ucraniano reclama que se utilicen los activos rusos congelados en los países occidentales para financiar la reconstrucción, una medida que plantearía varios problemas legales.
Por su parte, Rusia anunció el viernes que había «nacionalizado» unos 500 bienes y activos pertenecientes, sobre todo, a oligarcas ucranianos en Crimea, península que Moscú se anexionó en 2014.
Tras una serie de reveses humillantes durante el otoño boreal, el Kremlin movilizó a cientos de miles de reservistas y multiplicó sus ataques terrestres, en especial en el este.
Las fuerzas rusas tuvieron algunos éxitos en el campo de batalla en torno a Bajmut, una localidad que intentan conquistar desde el verano boreal.
En Kramatorsk, también en el este, donde los edificios fueron blanco de un ataque el miércoles, se encontró el jueves el cuerpo de una nueva víctima, lo que eleva a cuatro el número de muertos con 18 heridos, según los equipos de rescate.
El primer aniversario del conflicto se acerca y Ucrania teme que Moscú esté preparando un nuevo ataque de envergadura.
«Rusia está concentrando sus fuerzas, todos lo sabemos. Quiere vengarse no solo de Ucrania, sino también de la Europa libre», aseguró Zelenski el jueves.
Occidente finalmente aceptó enviar tanques pesados a Ucrania, incluyendo los Leopard alemanes, Abrams estadounidenses y Challenger británicos, tras largas evasivas por temor a una escalada en el conflicto.
Pero Kiev no ha recibido los misiles de alta precisión con un alcance de más de 100 km que el ejército dice necesitar para golpear las líneas de suministro rusas.
Las promesas occidentales de entregar tanques causaron gran enfado en Moscú, que presenta la invasión de Ucrania como una guerra destinada a evitar que los occidentales destruyan Rusia.
Durante una ceremonia de conmemoración del 80º aniversario de la victoria soviética en Stalingrado, el presidente ruso, Vladimir Putin, hizo un paralelismo entre la ofensiva rusa contra Ucrania y la Segunda Guerra Mundial.
«Es increíble que los tanques alemanes vuelvan a amenazarnos», destacó Putin en Volgogrado (antigua Stalingrado, suroeste), antes de agregar: «Tenemos con qué responder».