Miles de muertos, millones de refugiados, infraestructuras destruidas, casi la mitad de la población dependiente de la ayuda humanitaria. Los ucranianos viven en un “infierno”, denunció este viernes el secretario general de la ONU, con motivo del primer aniversario de la invasión rusa de Ucrania.
“La vida es un infierno para los ucranianos”, resumió Antonio Guterres en la reunión ministerial especial del Consejo de Seguridad de la ONU, atado de pies y manos por el derecho a veto de Rusia, uno de los cinco miembros permanentes.
A pedido del canciller ucraniano Dmytro Kuleba las delegaciones observaron un minuto de silencio por las víctimas de la invasión, a lo que el representante ruso reaccionó pidiendo ampliar el homenaje a “todas” las víctimas del conflicto.
Tras la aprobación por dos tercios de los 193 miembros de la Asamblea General de la ONU, la víspera, para exigir la salida de las fuerzas rusas de Ucrania, poniendo una vez más de manifiesto el aislamiento de Moscú, Guterres presentó una dramática foto de las consecuencias de un año de guerra.
Crisis de desplazados
Cerca de 8 millones de refugiados en Europa, 5,4 millones de desplazados internos; 17,6 millones de personas -en torno al 40 por ciento de la población- dependientes de ayuda humanitaria; 30 por ciento de empleos destruidos; infraestructuras esenciales, como el agua potable, energía o calefacción destruidas.
Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), cerca del 40 por ciento de los ucranianos no tiene suficiente comida y más de la mitad de los niños han tenido que abandonar sus hogares. Muchos menores no acompañados se enfrentan a “graves riesgos de violencia, abuso y explotación”, recordó.
“Ucrania no es una víctima”, respondió el embajador ruso ante la ONU Vassili Nebenzia. “No podemos aceptar un nido de avispas rusófobas en nuestras fronteras”, sostuvo.
Pero como recordó Guterres, Ucrania no es la única que ha sufrido por la guerra: “La Federación rusa también sufre las letales consecuencias” del conflicto.