Socorristas turcos rescataron este jueves a dos jóvenes que estuvieron bajos los escombros durante 11 días, desde el pasado 6 de febrero cuando el terremoto de magnitud 7,8 sacudió a Turquía y Siria.
Aleyna Olmez, de 17 años, y Neslihan Kilic de unos 20 años, fueron sacadas con vida 258 horas después de la catástrofe en la ciudad de Kahramanmaras, epicentro del movimiento telúrico.
Luego de ser sacadas con vida, uno de los familiares agradeció llorando la labor de los socorristas, «nunca los olvidaremos», les decía.
Momento en que sacaban de entre los escombros a Aleyna Olmes de 17 años.Aleyna, tras ser rescatada, contó cómo fueron sus días bajos los escombros: «Bebí mi propia orina para sobrevivir», dijo. Y agregó: “No tenía nada, solo traté de pasar tiempo”.
«Parecía estar bien. Abrió y cerró los ojos», explicó Ali Akdogan, un minero que participó en las labores de rescate en Kahramanmaras, una ciudad próxima al epicentro del sismo.
«Hemos estado trabajando aquí, en este edificio, desde hace ya una semana (…) Vinimos con la esperanza de escuchar algo», agregó.
El número de víctimas mortales sigue en ascenso, según el último reporte de las autoridades, hasta el momento 38.044 personas perdieron la vida en Turquía y 3.688 en Siria, en total 41.732 fallecidos.
Continúa la búsqueda de sobrevivientes en Turquía
La búsqueda de sobrevivientes continúa entre los escombros.Tras 11 días, los servicios de emergencia continúan buscando personas que rescatar, lo cual se hace más difícil conforme cada hora que pasa, mientras que Turquía ya suspendió las labores de rescate en algunas regiones.
La misma medida tomó el gobierno de Siria, un país en guerra, en las zonas que están bajo su control.
En las zonas que se mantienen activas, colaboran en las tareas de rescate y ayuda humanitaria los equipos de Francia, Australia, España, Rumania y Argentina, entre otros.
El grupo que envió la Argentina a Turquía logró salvar ayer a tres personas con vida en la localidad de Hatay, una de las más devastadas en territorio turco, un hecho que los brigadistas calificaron como «un milagro después de tantos días del terremoto».