Las últimas horas que han vivido más de 200 ex presos políticos que llegaron a Estados Unidos, tras ser liberados en Nicaragua, han sido completamente increíbles y hasta surrealistas, según han narrado los opositores tras su llegada a Washington.
“Esto es como un sueño, no puedo creer que todo esto esté ocurriendo”, dijo Juan Sebastián Chamorro, economista, empresario y político nicaragüense a la prensa, al estar a horas de abrazar a su esposa y su hija, por primera vez, en un año y ocho meses.
La liberación ha sido una “completa sorpresa”, agregó.
“Llegaron a la celda, nos cambiaron de ropa y todo transcurría, de una manera muy lenta, y eso nos llamó mucho la atención, que estaban ocurriendo cosas a la madrugada, algo que nunca había ocurrido. Después, fuimos colocados en una celda, con otros 25 de nuestros compañeros, algo que nunca había ocurrido tampoco… y después fuimos montados en un bus”, recuerda Chamorro.
Afirma que nunca se les dijo adónde iban, sino que fueron trasladados por Managua y, aunque pasaron en frente de los juzgados, pensando que era el destino final, siguieron derecho.
Chamorro descartó opciones, solo quedaban dos: “la ‘Cárcel Modelo’ -y eso significaba mucho más tiempo de cárcel- y el aeropuerto”. Finalmente, fue la segunda opción.
Desde un hotel cercano al Aeropuerto Internacional Washington-Dulles, en declaraciones a la prensa, el ex candidato presidencial nicaragüense Félix Maradiaga dijo haberse dado cuenta de la liberación “en la puerta del avión”, tras firmar un documento que corroboraba que salían «voluntariamente» del país, y que, al estar custodiados por un fuerte sistema de seguridad, en ningún momento se enteraron de ningún detalle de una posible negociación o de la liberación.
Cuando se encontró con otros compatriotas liberados en el avión, recuerda que “fue un momento de muchas emociones, cantamos el himno de Nicaragua”.
Ahora, percibe “una situación bastante agridulce” por salir inesperadamente de su país, pero no oculta la felicidad de estar con la familia, en especial con su esposa, su hija -a quien dejó cuando tenía seis años- y su madre.
Una sensación que comparte Denis Antonio García, quien al momento de hablar con la Voz de América aún no creía lo que estaba viviendo: “Yo me esperaba la muerte. Estar aquí hablando con estas cámaras, esto para mí es un milagro de Dios porque yo pensaba que me iban a matar”.
Pero no todo lo ve de color de rosa. Su sensación es también de nostalgia, pues el veterinario explicó, con voz entrecortada, que dejó a sus padres, a su hijo y a sy esposa en Nicaragua y que, desde que fue encarcelado en octubre de 2019, lo más duro fue ver sufrir a su familia. “Usted está preso, usted aguanta todo por ellos. Pero ver a tu mamá llorando, cargado todo por vos… la familia también sufre”.
“Hace 24 horas estaba en el infierno. Y mírame ahora: en un hotel de Washington”, dice al atardecer Kevin Solís, uno de los 222 presos políticos liberados. El Infiernillo lleva la fama de ser el peor calabozo de Managua. Allí, en ese penal de máxima seguridad, Solís, estudiante de derecho, pasó tres años en régimen de aislamiento, en una “cabina sin luz solar, con la puerta siempre sellada”. “Una vez al día los carceleros abrían los cerrojos y nos tiraban comida”, recuerda frente al hotel cerca del Aeropuerto Internacional de Dulles que el Departamento de Estado ha convertido en albergue urgente para presos políticos.
“Nos encadenaron para dormir. Dormir con grilletes es complicado”, prosigue con voz decidida el joven de 24 años (“aunque parece que tengo 30 por lo que he sufrido”, añade). “También nos encadenaron cuando el director vino personalmente [de la prisión] a buscarnos y nos llevó a un lugar que ellos llaman ‘el túnel’. Un pasillo de unos 30 metros sin ventanas. Ahí sabías que te esperaban los golpes. Donde nadie escucha ni mira. Como estás amarrado, te golpean en el estómago, nunca en la cara, para que las familias no se den cuenta”, recuerda Solís.
El gobierno de Daniel Ortega liberó el jueves a 222 presos políticos, con la facilitación de Estados Unidos, según fuentes de la Casa Blanca y del Departamento de Estado. Sin embargo, el propio Ortega rechazó en la noche que haya existido contactos entre ambos gobiernos:“Aquí no ha habido ninguna negociación, que quede claro”.
Con información de VOA