El primer día de 2023 el puente de Tienditas, rebautizado como Atanasio Girardot, quedó oficialmente habilitado tras el restablecimiento de relaciones bilaterales entre Colombia y Venezuela. La inauguración de esta infraestructura regional permitirá el pleno restablecimiento de las relaciones políticas, sociales, diplomáticas y comerciales entre Colombia y Venezuela, que ha sido uno de los propósitos principales del presidente Petro, dijo el ministro de Comercio, Industria y Turismo, Germán Umaña.
Este cruce entre Ureña y Cúcuta, fue construido en 2016 y nunca llegó a ser inaugurado. Estuvo bloqueado por gigantescos contenedores metálicos que fueron puestos por militares venezolanos a manera de barricada para impedir el acceso de cargamentos de comida y medicinas enviados por Estados Unidos en 2019.
Para ese entonces, Washington apoyaba al dirigente opositor Juan Guaidó, entonces reconocido también por Colombia como presidente encargado de Venezuela, tras considerar la reelección de Nicolás Maduro como fraudulenta.
Fue ese reconocimiento por parte del expresidente Iván Duque lo que llevó a la ruptura de relaciones y al cierre total de los pasos fronterizos. De los contenedores no queda hoy rastro.
Oportunidades y desafíos
Aunque aún es pronto para ver los resultados, estos son algunos de los cambios que puede traer la apertura de la frontera para ambos países.
1. Mejora en el flujo comercial
Para este mismo lunes 26 se espera que empiece el transporte de vehículos de carga por los puentes internacionales. Hasta ahora nada pasaba, con la excepción de las ambulancias y los carros fúnebres.
«Que se abran los puentes, que se normalice el tránsito vehicular y de carga, que haya relaciones sociales y comerciales entre Cúcuta (departamento Norte de Santander, Colombia) y San Antonio (estado Táchira, Venezuela) va a oxigenar la economía de nuestro país», le cuenta a BBC Mundo Daniel Aguilar, expresidente de Fedecámaras de Táchira hasta 2019 y quien vio cómo el cierre afectó negativamente a la zona.
Desde Colombia se espera, dice Aguilar, que entren algunos insumos como «materiales plásticos y papel sanitario». En cambio, al contrario el flujo será algo menor porque «Venezuela está en desventaja».
«Nuestra oferta es menor, pero interesa para que se dinamice la frontera«, apunta.
2. Freno al contrabando y actividades delictivas
Como dicen los vecinos de la zona, la frontera nunca estuvo cerrada del todo. Es porosa y el tránsito de mercancías y personas siguió por las llamadas «trochas», los caminos irregulares campo y río a través.
Cuando Nicolás Maduro anunció el cierre fronterizo de modo unilateral en agosto de 2015 apuntó como motivo la lucha contra el contrabando, el narcotráfico y los paramilitares.El cierre no ayudó: según las autoridades colombianas, de tres bandas criminales que operaban en la zona aumentaron a 13.
os ministerios de Defensa de ambos países se reunieron el fin de semana para hablar sobre las medidas de seguridad en la zona, aunque no se han dado más detalles. Y esto, además de la apertura, también puede ayudar a rebajar el nivel de crimen.
«Al haber más seguridad, mayor presencia y tránsito más fluido de personas de lado y lado, se supone que estos grupos van a reducir su actividad en la zona», remarca Rísquez.
Si bien no cree que estos grupos vayan a desaparecer del todo, sino que «buscarán su reacomodo, otras actividades ilegales o se mudarán de zona«, la experta habla de la medida como algo positivo que «debería afectar a esta economía ilegal y es un modo de control».
3. Mejora en el tránsito de personas
Actualmente, unas 30.000 personas al día transitan por los pasos legales entre ambas fronteras, según cifras oficiales.
Tras la clausura por razones políticas, con la pandemia vino un cierre para las personas aún más estricto. Esto se suavizó y se permitió el paso de modo parcial a partir de junio de 2021.
A pesar de esto, el paso sigue siendo restringido y con horarios. Y, como apuntaba Rísquez, ante los controles surge lo ilícito: se calcula que alrededor de otras 30 mil personas pasan diariamente de modo ilegal.
«La otra economía sumergida de los grupos delictivos en la zona es el tráfico de personas y la trata de mujeres cuando pasan la frontera [ya en Colombia]», dice Ronna Rísquez. Un negocio nefasto que es de ida y vuelta, porque también, cuenta, los grupos armados cobran «vacuna» a los migrantes venezolanos que están regresando desde Ecuador, Perú o la propia Colombia.
4. El cambio simbólico
En agosto de 2015, Nicolás Maduro anunció el cierre como parte de una campaña en contra del contrabando, algo que generó una crisis diplomática entre ambos países.
Después hubo varios tiras y afloja en las relaciones y un intento de apertura «ordenada, controlada y gradual» en 2016, con Juan Manuel Santos en el poder en Colombia que no llegó a nada.
Con Iván Duque en el palacio de Nariño, Venezuela hizo un llamamiento a normalizar las relaciones comerciales y diplomáticas entre ambos países, pero este dijo que su gobierno no reconocía a Maduro.
Con la llegada de Gustavo Petro, la tónica cambia. El nuevo presidente colombiano deja claro que uno de sus objetivos es restablecer las relaciones con el país vecino y la reapertura de la frontera para «reactivar unos intercambios que nunca debieron ser suspendidos».
El cambio en las relaciones, que se materializa con esta apertura de la frontera, junto a la proximidad ideológica de ambos gobiernos -que invita a pensar que no habrá tantas tensiones como en años anteriores- hace que haya un clima de expectativa y esperanza entre los comerciantes de la frontera para activar sus negocios.