En las últimas semanas, el asteroide 2024 YR4 ha capturado la atención de la comunidad científica y de millones de aficionados a la astronomía en todo el mundo. Aunque las probabilidades de impacto son bajas, este cuerpo celeste de entre 40 y 90 metros de diámetro ha activado el Protocolo de Seguridad Planetaria de las Naciones Unidas, un sistema que se pone en marcha cuando la posibilidad de colisión supera el 1%.
Pero, ¿qué ocurriría realmente si este asteroide lograra atravesar nuestra atmósfera y colisionar con la Tierra? A partir de datos científicos, simulaciones recientes y el análisis de expertos, exploramos las posibles consecuencias de un evento que, aunque improbable, no puede descartarse por completo.
Un asteroide bajo la lupa
Descubierto el 27 de diciembre de 2024 por el telescopio ATLAS en Chile, el 2024 YR4 fue catalogado rápidamente como un objeto cercano a la Tierra (NEO, por sus siglas en inglés). Su tamaño, comparable al de un avión comercial, y su órbita de cuatro años lo convierten en un candidato preocupante, especialmente porque su trayectoria podría cruzarse con la de nuestro planeta el 22 de diciembre de 2032. Según las estimaciones más recientes de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA), la probabilidad de impacto se sitúa en un 2,4%, un porcentaje que, aunque bajo, supera el umbral de alerta establecido por la ONU.
El asteroide ha sido clasificado en el nivel 3 de la Escala de Turín, lo que indica que merece una atención especial por parte de los astrónomos, aunque no representa una amenaza inmediata. Sin embargo, expertos como René Duffard, investigador especializado en asteroides, advierten que las primeras estimaciones suelen ser imprecisas. “Calcular una órbita con tan pocos datos es bastante impreciso. La alarma probablemente desaparecerá cuando se estudie mejor este objeto”, afirmó Duffard en una entrevista reciente. De hecho, la ESA señala que las probabilidades de impacto tienden a aumentar inicialmente para luego descender a medida que se recopilan más datos.
A pesar de estas advertencias, la comunidad científica no puede ignorar el potencial destructivo de un asteroide de este tamaño. Para contextualizar, un objeto similar, aunque más pequeño, causó el famoso evento de Tunguska en 1908, arrasando 2.000 km² de bosque en Siberia con una explosión equivalente a entre 10 y 15 megatones de TNT. Si el 2024 YR4 impactara, su energía destructiva podría ser comparable a la de una bomba nuclear, dependiendo de su composición y tamaño exacto.
Activan protocolo de seguridad planetaria por asteroide peligroso.¿Qué nos dice la ciencia sobre un impacto?
Aunque el 2024 YR4 es relativamente pequeño en comparación con otros asteroides estudiados, un reciente estudio publicado en la revista Science Advances por científicos del Instituto de Ciencias Básicas de la Universidad Nacional de Pusan (Corea del Sur) ofrece una visión alarmante de lo que podría suceder si un asteroide de mayor tamaño, como Bennu (de unos 500 metros de diámetro), colisionara con la Tierra. Aunque Bennu tiene una probabilidad ínfima de impacto (1 entre 2.700), las simulaciones realizadas con supercomputadoras como el IBS Aleph permiten extrapolar algunos efectos que podrían aplicarse, en menor escala, al caso del 2024 YR4.
Según el estudio, el impacto de un asteroide de tamaño medio generaría entre 100 y 400 millones de toneladas de polvo, lo que provocaría un enfriamiento global de hasta 4 °C y una reducción del 15% en las precipitaciones. La capa de ozono se vería reducida en un tercio, aumentando la exposición a la radiación ultravioleta, y la fotosíntesis global disminuiría entre un 20% y un 36%, afectando gravemente los ecosistemas terrestres y marinos. Estos cambios podrían desencadenar un «invierno global» que duraría entre tres y cuatro años, con consecuencias devastadoras para la seguridad alimentaria mundial.
En el caso del 2024 YR4, los efectos serían menos catastróficos pero igualmente devastadores a nivel local o regional. Si impactara en una zona urbana, la onda expansiva podría destruir una ciudad entera, con un radio de devastación de hasta 30 kilómetros. Si cayera en el océano, podría generar tsunamis que afectarían a millones de personas en las costas cercanas. Las regiones potencialmente en riesgo, según los cálculos preliminares, incluyen el océano Pacífico oriental, el norte de Sudamérica, el Atlántico, África, el Mar Arábigo y el sur de Asia, lo que pone en alerta a ciudades densamente pobladas como Bogotá, Lagos o Mumbai.
El impacto de un asteroide de tamaño medio generaría entre 100 y 400 millones de toneladas de polvo, lo que provocaría un enfriamiento global de hasta 4 °C y una reducción del 15% en las precipitaciones.Un escenario entre la ficción y la realidad
La posibilidad de un impacto de asteroide ha sido ampliamente explorada por la industria cinematográfica, desde películas como Armageddon (1998), donde Bruce Willis lidera una misión para destruir un asteroide, hasta Deep Impact (1998) y Greenland (2020), que muestran las consecuencias humanas y sociales de un evento de esta magnitud. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. A diferencia de las películas, donde las soluciones suelen ser heroicas y definitivas, la humanidad aún no cuenta con un plan consolidado para enfrentar una amenaza de este tipo.
A pesar de los avances en la detección de asteroides, como los logrados por el Gran Telescopio de Canarias (GTC) en España, que contribuyó al estudio del 2024 YR4, la identificación de cuerpos pequeños sigue siendo un desafío. En 2024, por ejemplo, cuatro asteroides impactaron la Tierra con poco o ningún aviso previo, lo que evidencia las limitaciones de los sistemas actuales de monitoreo.
Si impactara en una zona urbana, la onda expansiva podría destruir una ciudad entera, con un radio de devastación de hasta 30 kilómetros.¿Estamos preparados para defendernos?
La comunidad internacional ha dado pasos importantes para desarrollar tecnologías de defensa planetaria. La misión DART de la NASA, que en 2022 logró desviar ligeramente la órbita del asteroide Dimorphos, marcó un hito al demostrar que es posible alterar la trayectoria de un cuerpo celeste. La misión HERA de la ESA, lanzada en octubre de 2024, tiene como objetivo estudiar los efectos de este impacto para perfeccionar las técnicas de desviación. Además, tanto la NASA como la ESA están preparando misiones para estudiar asteroides como Apophis y Bennu, con el objetivo de comprender mejor cómo interactúan con la gravedad terrestre y cómo podrían desviarse en caso de amenaza.
Por su parte, China también está desarrollando su propia misión para impactar un asteroide, mientras que la sonda Ramsés de la ESA planea acompañar a Apophis durante su paso cercano a la Tierra en 2029. Estas iniciativas son prometedoras, pero los expertos coinciden en que aún queda mucho por hacer, especialmente en la detección temprana de asteroides más pequeños como el 2024 YR4.
La misión DART de la NASA, que en 2022 logró desviar ligeramente la órbita del asteroide Dimorphos, marcó un hito al demostrar que es posible alterar la trayectoria de un cuerpo celeste.¿Hay motivo para alarmarse?
A pesar de la preocupación generada, los expertos insisten en que no hay razón para entrar en pánico. Paul Chodas, director del Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra de la NASA, afirmó que las probabilidades de impacto del 2024 YR4 son del 1,9%, lo que significa que hay un 99% de chances de que no colisione con la Tierra. Además, los cálculos actuales se basan en datos preliminares, y es probable que las probabilidades disminuyan a medida que se obtengan más observaciones, especialmente en abril de 2025, cuando el asteroide vuelva a ser visible.
Sin embargo, eventos como este nos recuerdan la fragilidad de nuestro planeta en un vecindario cósmico dinámico. Con más de 1,4 millones de asteroides conocidos en nuestro sistema solar, y miles más aún por descubrir, la posibilidad de un impacto, aunque remota, no puede descartarse por completo. Este episodio subraya la importancia de invertir en tecnologías de detección y defensa planetaria, así como en la cooperación internacional para enfrentar amenazas globales.
Un futuro incierto pero esperanzador
El caso del 2024 YR4 no solo pone de manifiesto los riesgos que enfrentamos como habitantes de un planeta vulnerable, sino también la capacidad humana para anticiparse y actuar frente a ellos. Aunque las probabilidades de impacto son bajas, este asteroide sirve como un recordatorio de que la vigilancia constante y el desarrollo tecnológico son esenciales para proteger nuestro hogar en el espacio.
Mientras los científicos continúan monitoreando al 2024 YR4 y perfeccionando sus cálculos, la humanidad debe seguir avanzando hacia un futuro en el que estemos preparados para enfrentar incluso las amenazas más inesperadas. Porque, como nos enseña la historia de los asteroides, ignorar el cielo podría ser un error que no podemos permitirnos.
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