SpaceX afrontó el séptimo vuelo de prueba de Starship con una ambiciosa renovación en la parte superior del megacohete y con la esperanza de pasar a una nueva fase en la evolución de la nave destinada a posar en la Luna a los primeros astronautas desde 1972.
Pero la compañía espacial de Elon Musk se encontró con un rotundo fracaso. La nueva versión de la nave explotó sobre el Caribe cuando estaba saliendo al espacio —a 143 kilómetros de altura y más de 19.000 kilómetros por hora de velocidad—, ocho minutos y medio después de su despegue desde la base de Boca Chica (Texas, EE UU).
La lluvia de restos de la nave espacial no tripulada provocó el desvío de decenas de aviones en la zona y la Agencia Federal de Aviación de EE UU podría pedir a SpaceX una exhaustiva investigación sobre el accidente, paralizando nuevos ensayos a pesar de que había preconcedido la autorización a la empresa de Musk para múltiples pruebas como la que ha fallado este jueves.
Éxito parcial
La compañía del multimillonario Elon Musk realizó la que se considera una proeza de ingeniería al atrapar en descenso controlado, por segunda vez desde octubre, el propulsor «SuperHeavy» por medio de brazos mecánicos – denominados «palillos»- instalados en su torre de lanzamiento.
El propulsor descendió de forma precisa usando sus motores, lo que causó vivas y aplausos del personal de misión de SpaceX en los cuarteles generales de la compañía en Boca Chica, Texas.
Sin embargo, la celebración duró poco cuando la nave Starship perdió contacto con la base y SpaceX confirmó que sufrió un «rápido desensamble no programado», un eufemismo de la empresa para aludir a una explosión.
El monitor Flight Aware mostró el desvío de varios aviones en el Atlántico alterando su rumbo cerca de las islas Turcos y Caicos, mientras usuarios en X compartieron imágenes de posibles restos ardientes de la nave Starship durante la reentrada atmosférica.
La versión mejorada y de mayor altitud del vehículo espacial más grande y potente jamás construido despegó a las 4:37 pm (22H37 GMT) desde la base Starbase en Boca Chica, Texas.
Unos siete minutos más tarde, el propulsor SuperHeavy desaceleró desde velocidad supersónica y se posó de forma precisa en los brazos mecánicos de su torre de lanzamiento.
El descenso y la posterior atrapada fue exitosa por primera vez en octubre, pero falló en noviembre cuando el presidente electo estadounidense Donald Trump fue invitado a presenciar la maniobra.
Este era el séptimo vuelo de prueba del megacohete de SpaceX, realizado el mismo día en que la empresa Blue Origin de Jeff Bezos, realizara un exitoso vuelo inaugural del cohete New Glenn desde Cabo Cañaveral, Florida.
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