Israel bombardeó el «cuartel general» de Hezbolá al sur de Beirut, en una operación que según el primer balance oficial dejó 2 fallecidos y que la televisión israelí aseguró que se proponía matar al jefe del movimiento islamista, Hasán Nasralá.
Una fuente cercana a Hezbolá aseguró que Nasralá estaba «bien».
El bombardeo se llevó a cabo poco después de que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmara ante la ONU que los bombardeos en el Líbano continuarían «hasta que se alcancen todos sus objetivos».
Esa declaración hizo eco por tierra las esperanzas de una tregua temporal de 21 días propuesta a principios de semana por Estados Unidos y Francia.
El bombardeo, particularmente violento contra un barrio densamente poblado de la periferia sur de Beirut, un bastión de Hezbolá, dejó dos muertos y 76 heridos, según un primer balance del Ministerio de Salud libanés.
El ejército israelí indicó que había llevado a cabo «un bombardeo de precisión contra el cuartel general de la organización terrorista Hezbolá en Dahiyeh».
El líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, objetivo de este ataque según varias televisiones israelíes, «está bien», aseguró a la AFP una fuente cercana al movimiento islamista.
Hezbolá afirmó por la noche que, como «respuesta», lanzó una «andanada de cohetes» contra la localidad de Safed, en el norte de Israel, uno de los cuales impactó en una casa, según el ejército.
Por la tarde habñía reivindicado disparos de cohetes contra la ciudad portuaria de Haifa, que alberga numerosas industrias de defensa.
El ejército israelí instó por su lado a los habitantes a evacuar varias áreas de la periferia sur de beirut, en previsión de nuevas operaciones militares.
Seis cráteres
En el lugar de los bombardeos, en Haret Hreik, quedaron seis enormes cráteres de varios metros de profundidad, toneladas de escombros y una espesa polvareda gris. Según la fuente cercana a Hezbolá, seis edificios de este suburbio densamente poblado fueron derrumbaron.
Un fotógrafo de AFP reportó escenas de pánico entre los habitantes, que huían de la zona.
«Estaba en casa ¡Dios mío, qué explosión! creí que el edificio se me caía encima (…). No tengo palabras para describirlo», exclama Abir Hammoud, una profesora de unos 40 años que vive en la zona.
El primer ministro libanés, Najib Mikati, denunció una «guerra genocida» contra su país.
Riesgo de ir hacia el abismo
Los enfrentamientos entre Israel y Hezbolá se intensificaron desde el inicio hace un año de la guerra en Gaza entre Israel y Hamás, aliado de la formación chiita libanesa.
El conflicto en Gaza amenaza con llevar a todo Oriente Medio al «abismo de una guerra generalizada con consecuencias inimaginales», advirtió el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
Estados Unidos, principal aliado de Israel, afirmó que no había sido informado del bombardeo israelí.
Ese ataque constituye una «escalada» que «cambia las reglas del juego», advirtió la embajada de Irán en Líbano, amenazando a los autores de esta «masacre» con un «castigo justo».
No tiene otra opción
La oficina de Netanyahuh difundió una foto en la que se le ve al teléfono dando, según el pie de foto, luz verde al bombardeo.
«Mientras Hezbolá elija el camino de la guerra, Israel no tiene otra opción», afirmó el mandatario ante la Asamblea General de la ONU, en Nueva York, boicoteado por varias delegaciones.
Desde el lunes, más de 700 personas, en su mayoría civiles, han muerto en Líbano por los bombardeos israelíes, según el Ministerio de Salud libanés.
El ejército israelí indicó que se prepara para una posible incursión terrestre contra Hezbolá, que sería «lo más corta posible», aseguró un responsable israelí de seguridad.
Hezbolá ya advirtió que continuarán sus ataques «hasta el final de la agresión en Gaza».
Ritmo espantoso
En casi un año de violencia, más de 1.500 personas han muerto en el Líbano, según las autoridades libanesas, un saldo que supera al de la guerra de 2006 entre Israel y Hezbolá, que dejó 1.200 muertos en el Líbano y unos 160 en Israel.
Los bombardeos israelíes esta semana obligaron a unas 118.000 personas a abandonar sus hogares, según la ONU.
Unicef denunció el «ritmo espantoso» al que mueren los niños en los bombardeos, así como daños en las instalaciones civiles, que privan a «30.000 personas de acceso a agua potable» en el este y el sur de Líbano.
Guerra devastadora
A mediados de septiembre, Israel anunció que el «centro de gravedad» de la guerra contra Hamás en Gaza se estaba desplazando hacia la frontera con el Líbano.
Su meta, según afirmó, es asegurar el regreso a sus hogares de decenas de millas de habitantes del norte, desplazados por las hostilidades con Hezbolá.
En Gaza «lucharemos hasta lograr la victoria, la victoria total» si Hamás no entrega las armas y libera a todos los rehenes, insistió Netanyahu ante la tribuna de la ONU.
Hamás acusó por su parte al dirigente israelí de «intensificar sus amenazas contra los pueblos de la región, continuando su serie de crímenes para incluir al Líbano». También condenó «firmemente» el ataque israelí contra el cuartel general de Hezbolá.
El conflicto entre Israel y Hamás estalló tras el ataque de milicianos islamistas del 7 de octubre, que dejó 1.205 muertos en Israel, en su mayoría civiles, según un recuento de la AFP basado en cifras oficiales israelíes que incluye a los rehenes que murieron o fueron asesinados en cautiverio en Gaza.
De las 251 personas secuestradas, 97 siguen en Gaza, 33 de las cuales han sido declaradas muertas por el ejército.
En represalia, Israel lanzó una ofensiva en la Franja de Gaza que ha dejado hasta el momento 41.534 muertos, la mayoría civiles, según datos del Ministerio de Salud del gobierno de Hamás, considerados fiables por la ONU.
Con información de la agencia de noticias AFP