«Váyanse inmediatamente, el ejército israelí actuará con fuerza contra los terroristas». Las órdenes de evacuación casi cotidianas del ejército israelí generan caos y angustia en la Franja de Gaza.
Cansados de ir y venir de un lugar a otro, en un territorio destruido por los bombardeos israelíes, los desplazados palestinos no quieren moverse más y, de todos modos, como dice la ONU, «ningún lugar es seguro«.
Durante las tres primeras semanas de agosto, el ejército israelí emitió once órdenes de evacuación que hace llegar a través de panfletos lanzados en avión, SMS o redes sociales.
En total, 250.000 gazatíes, un 12% de la población de este enclave devastado por más de diez meses de guerra, se han visto obligados a desplazarse por estas órdenes, según la ONU.
«Cada vez que llegamos a algún lugar, dos días después hay una nueva orden de evacuación. ¡Esto no es vida!», se exclama Haizam Abdelaal, un padre de familia que ha perdido la cuenta de las veces que ha tenido que huir.
Amneh Abu Daka está harta de desplazarse y ha decidido no hacerlo más. «¿Para ir a dónde?», dice esta palestina de 45 años, actualmente en el sur de la Franja con sus cinco hijos.
«Estoy en la calle, literalmente. No tengo 500 séqueles (unos 135 dólares, ndlr) para alquilar un carro tirado de un asno. Y ni siquiera sé adónde iría», afirma en lágrimas.
A su alrededor, otras familias como la suya intentan encontrar un hueco donde instalarse bajo una tienda, en el asfalto o en la arena a orillas del mar.
«Solo queda lanzarnos al mar»
«No hay ningún lugar seguro, hay bombardeos en todos lados», continúa la mujer, que solo carga con sus niños, las ropas que llevan a la espalda y una enorme tristeza que le surca el rostro.
En numerosas ocasiones, estas órdenes de evacuación han sido contradictorias o han presentado como seguras zonas que en realidad era peligrosas.
También complican la tarea de los cooperantes humanitarios que intentan repartir la ayuda llegada a cuentagotas a Gaza, cuyos accesos están todos controlados por Israel.
Las órdenes lanzadas el miércoles, por ejemplo, afectaban «80 campos improvisados y cuatro centros de infraestructura de acogida, entre ellos dos de la UNRWA (la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos)», además de «oficinas y hangares de almacenamiento de la ONU y ONG», dijo la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
Si se cumplen estas órdenes, continúa la OCHA, privarán a los desplazados de «tres pozos, que garantizan cada día dos millones de litros de agua a decenas de miles de personas» en este territorio donde, según la oenegé Oxfam, la cantidad disponible de este vital recurso ha caído en un 94%.
Además, estas órdenes bloquearán el camino de los convoyes de ayuda enviados para la población de 2,4 millones de habitantes de Gaza, que en su mayoría está desplazada.
Varias secciones de la carretera de Saladino, una inmensa arteria que cruza Gaza de norte a sur, están incluidas en estas órdenes porque el ejército israelí tiene previstos bombardeos y operaciones terrestres.
La ruta costera, que permite realizar el mismo trayecto pero más al oeste, «no es una alternativa viable» porque está «repleta de campos improvisados de desplazados», afirma la agencia de la ONU.
Nirman al-Bashniti vive en uno de estos campos.
«Cuando el ejército tomó la calle donde vivíamos, fuimos hacia el mar, abandonamos nuestra tienda y todos nuestros enseres dentro», dice la mujer a la AFP.
«¿Y ahora adónde vamos? Solo queda lanzarnos al mar y dejar que los peces nos devoren», afirma.
Una «zona humanitaria» atestada
Al inicio de la guerra, estallada por el ataque de Hamás contra Israel del 7 de octubre, el ejército del país hebreo aseguró que tenía un plan para los desplazados.
Tras ordenar la evacuación de toda la parte norte del enclave, empezó a distribuir unos mapas que delimitaban y numeraban zonas por todo el territorio. Al Mawasi, en el sur, quedó fijada como una «zona humanitaria».
Esta región conocida por sus playas de arena fina rodeadas de palmeras y exuberantes campos no tiene nada que ver con lo que era antes del 7 de octubre.
Entonces contaba con 1.200 habitantes por kilómetro cuadrado, una cifra que ya entra en la categoría de ciudades «densamente pobladas» según los criterios de la agencia estadística europea Eurostat.
Pero ahora, la «zona humanitaria» de Al Mawasi cuenta con «entre 30.000 y 34.000 habitantes por km2». Además, el ejército israelí redujo el espacio destinado a ella de 50 a 41 km2, según la ONU.
Pero en la playa repleta de gente siguen llegando carros y familias que buscan un lugar para instalarse.
El ambiente no es nuevo para ellos. Como en el resto de Gaza, los gemidos de los enfermos, los gritos de los desplazados y los llantos de los niños se entremezclan con el embriagador zumbido de los drones israelíes.
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