«Lo perdimos todo», cuenta Raghad Shbeir, una joven que huyó de Gaza y que como decenas de miles de palestinos vive en un limbo en El Cairo, desorientada, sin saber a dónde acudir para obtener ayuda.
«Contactamos varias organizaciones, en vano. Algunas nunca nos respondieron, otras nos dijeron que esperáramos», explica a la AFP Shbeir, de 22 años.
Para ella, el principal obstáculo es el estatuto legal que tienen en Egipto, donde solamente tienen permiso para residir legalmente 45 días.
Shbeir, al igual que muchos palestinos, cuenta con la ayuda de familiares que viven en El Cairo y que le dan alojamiento.
Sin empleo ni ingresos, otros recurren a oenegés locales, que están desbordadas por las demandas, o a redes de ayuda.
Los palestinos «carecen de todo«, explica Nassim Touil, un estadounidense de 26 años que coordina una campaña de ayuda.
«Hay grupos y particulares que han prestado sus apartamentos, han recaudado dinero, medicinas, alimentos y ropa», indica, pero advierte que los desplazados «necesitan dinero para sus gastos diarios».
Touil dice que muchas personas apenas pueden permitirse una revisión médica, después de meses «viviendo en tiendas de campaña, sobreviviendo gracias a conservas caducadas y alimentos con gusanos».
Todos los desplazados están marcados por el horror de una guerra que continúa en Gaza, a unas cinco horas en auto desde la capital egipcia.
El conflicto estalló el 7 de octubre tras el ataque del movimiento islamista palestino Hamás contra territorio israelí que causó la muerte de 1.194 personas en Israel, en su mayoría civiles, según un recuento de AFP basado en cifras oficiales israelíes.
En represalia, Israel lanzó una ofensiva en la Franja de Gaza que ha dejado hasta la fecha más de 36.600 muertos, en su mayoría civiles, según el último balance del Ministerio de Salud de Gaza, territorio gobernado por Hamás.
Los ahorros de toda una vida
Mohanad al Sindawy es originario del sur del territorio palestino y ahora vive cerca del aeropuerto de El Cairo. Cada vez que oye un avión, le toma un tiempo darse cuenta de que ya no está en Gaza y que no hay peligro de un bombardeo.
«Cada vez que escuchamos un avión, sentimos pánico», relata este hombre de 23 años.
Hasta gestos tan cotidianos como ducharse le recuerdan los estragos de la guerra.
«En Gaza, tomar una ducha era una lucha», afirma.
Desde el inicio de la guerra, Egipto acogió cerca de 100.000 palestinos que huyeron de Gaza, informó Diab Al Louh, representante en El Cairo de la Autoridad Palestina, que tiene un control limitado en Cisjordania.
La mayoría, fueron desplazados en varias ocasiones antes de lograr salir de Gaza, y llegaron a Egipto con las pocas pertenencias que pudieron cargar a cuestas.
Cada día, decenas de personas esperan delante de la delegación palestina para ver si sus solicitudes de ayuda prosperan y muchos viven en una situación de gran precariedad, ya que muchos utilizaron todos sus ahorros para huir de Gaza.
«Yo salí con 13 parientes y en total pagamos 75.000 dólares» a la única empresa privada que organiza evacuaciones, cuenta Shbeir.
«Quedarse en Egipto no es una opción»
Egipto firmó un tratado de paz con Israel en 1979, pero en este país hay un fuerte sentimiento de solidaridad hacia los palestinos.
El gobierno del presidente Abdel Fatah al Sisi ha advertido en reiteradas ocasiones a Israel de que no tolerará los intentos de forzar un éxodo masivo de la población de Gaza que pueda suponer el fin de la causa palestina.
Egipto acoge a cientos de miles de refugiados de las guerras en Yemen, Siria y Sudán, que son considerados por el gobierno como «huéspedes» y están autorizados a residir, trabajar y estudiar.
Pero, los palestinos no reciben la protección de la Agencia de la ONU para los Refugiados ACNUR y el ente que se encarga específicamente de los palestinos, la UNRWA, tiene solamente una delegación de enlace en Egipto.
Por ello, para los palestinos es muy difícil conseguir permisos de trabajo.
«Quedarse en Egipto no es una opción», asegura Shbeir.
Sindawy podría encontrar un trabajo a distancia, ya que en Gaza dirigía una empresa de marketing digital, pero afirma que no consigue concentrarse debido a su estado «psicológico».
El joven relata que no puede pensar en el futuro porque dedica «todo su tiempo a seguir las noticias y a obtener información sobre sus familiares» en Gaza, que siguen bajo las bombas.
«Ahora vivimos a la espera de un cese el fuego«, afirmó. «Después, quizás podamos pensar en la siguiente etapa de nuestras vidas».
Con información de AFP