En épocas de redes sociales los emoticones de corazoncitos o el Me gusta compulsivos pueden representar todo un problema para las parejas cuando detrás de las redes sociales, se desatan los celos. Si bien sabemos que la era digital ofrece herramientas de mucha utilidad, con el exceso de hacer público absolutamente todo, es decir, menos privacidad, queda ensayar estrategias para evitar malos entendidos que hacen reverdecer las “malas hierbas” en la floreciente relación.
En medio de tanto bombardeo de información con las selfies, los estados, las historias aparecen las emociones naturales del ser humano, por lo que seguir el hilo de los like del otro, fijarte que está en línea, pero no contigo, o el famoso estalkeo tiene algún efecto en el corazón, pero cuando son patológicos aparece lo que conocemos como relaciones tóxicas.
Cuando surge una pelea por celos, sufre tanto el controlador como el controlado. Esta situación puede generar ansiedad, angustia, estrés y es peligroso cuando detrás de esa desconfianza hay un fuerte sentido de posesión hacia su pareja.
Las redes sociales pueden acrecentar las inseguridades propias y que muchas veces depositamos en la pareja. De por sí el celoso siempre encuentra un motivo para desconfiar y comprobar el principio básico de que es posible que el otro desee o quiera más a otra persona.
-Lo primero que se debe entender que nuestra pareja no nos pertenece, segundo entrar en la cuenta de que no existe nada lineal entre subir una foto, recibir un like y tener algo más que la simpatía de otra persona.
-Sincerarse con la pareja, comunicar lo que le hace sentir la publicación o las reacciones que tuvo ayudar a conocerse mutuamente. No con la intención de dejará de compartir una foto o bloquear a terceros, sino a fortalecer la confianza en la relación.
-Trabajar la autoestima, amor propio desde un lado más saludable, los celos disminuyen, entendiendo que el celoso supone que hay alguien más atractivo, más deseado, presupone al otro más valorado que uno mismo ante los ojos del que cela.
-Dejar de luchar contra los celos, asumir que existen y empezar a regular las emociones que vienen en consecuencia a eso.
La tecnología favorece a la cercanía y también para hacer “match” entre perfiles en la búsqueda de la media naranja o simplemente para vincularse con alguien compatible, pero la manera de comunicarnos digitalmente hoy día cuenta mucho para el bienestar de las relaciones, entre ellas, de pareja, desde la psicología se detectan algunas de estas problemáticas. Entre ellas la violencia telemática, el sexting sin consentimiento y la sextorsión, por citar algunas.
Con unos inocentes celos, muchas veces pueden desatarse una verdadera “Guerra Mundial” por así decirlo. Detrás de los celos cibernéticos pueden desatarse actos de violencia. Es muy probable que quien sufra o provoque violencia en el mundo físico lo haga también en el virtual.
Es cuando se quiere controlar, menoscabar o causar daño a la pareja o expareja en esto entra revisar de manera obsesiva las redes sociales, apropiarse de contraseñas, hackear el whatsapp, pedir ubicación, colocar Gps para rastrear al otro.
Es una práctica incorporada muchas veces a las formas de relacionarse sentimentalmente, pero a veces no se es consciente de que se trata de una conducta que conlleva altos riesgos. Desde el momento en que se envía el mensaje de texto o imágenes de contenido erótico a otra persona, ya escapa al control y si es compartido a otras personas sin consentimiento, es violencia.
Es cuando una persona chantajea con la amenaza de publicar contenido audiovisual o información personal de carácter íntimo si no recibe alguna compensación económica o sexual a cambio.
Son una respuesta emocional al miedo a perder algo. Algunos estudios hablan de que se hereda, otros dicen que tienen que ver con el ambiente, la cultura y la educación, maneras de crianza. Desde las comparaciones entre hermanos en la familia tratando de alentar a uno resaltando habilidades o actitudes del otro. A veces vienen con malas experiencias en otras etapas y engaños, que afectan la autoestima, pero hay que tener en cuenta que la pareja actual no tiene porqué sufrir por ese pasado. Antes de buscar de dónde vienen los celos, hay que analizar si hacen daño a uno mismo o al otro.