El gobernador Samuel García vive entre dos grandes noticias: el nacimiento de su hija y la llegada de Tesla a su estado, Nuevo León, en el norte de México cerca de Estados Unidos, una zona impulsada por industrias que prefieren ahora producir en América en lugar de Asia.
La producción de autos eléctricos en la “giga factory” cerca de Monterrey, capital estatal, podría iniciarse en “enero próximo”, dice el gobernante a la AFP horas antes de ir al hospital para el parto.
García, de 35 años y asiduo de las redes sociales junto con su esposa, lo mismo sube a Instagram un video del nacimiento de su hija que su foto con Elon Musk, el multimillonario dueño de Tesla.
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Diez días después de que se anunciara la inversión de Tesla, que según el gobierno mexicano será de unos 5 mil millones de dólares, la firma concretaba la compra de terrenos en la carretera que conduce a Saltillo, capital del vecino estado de Coahuila.
“Creo que es un terreno enorme donde van a hacer la planta más grande del mundo (…). Por lo que yo sé, son más de 1 mil 600 hectáreas”, explica.
Con la llegada de Tesla, el gobernador, de aspecto juvenil, apuesta por la creación de unos 7 mil empleos directos y entre 40 mil y 50 mil indirectos en Monterrey, situada a 200 km de la frontera con Texas y a unos 600 km de Austin, sede de la firma.
“Tenemos unas 30 empresas proveedoras de Tesla que de noviembre a febrero ya se vinieron por acá”, dice, poniendo como ejemplo el fabricante de ordenadores Quanta
Esta empresa taiwanesa, que produce los “cerebros” de los autos eléctricos, se instaló en diciembre de 2021 y en poco más de un año ha reclutado a unas 2.500 personas.
“Es una locura”, comenta un directivo de la empresa que se alegra de que pronto tendrá cerca a su socio de Tesla en vez de en Austin.
El francés Saint-Gobain (parabrisas) tiene fábrica, y próximamente la tendrá Faurecia (asientos), cerca de Monterrey, donde en diciembre de 2021 Francia abrió un consulado general, su primero en diez años en el mundo.
Pronunciamientos
Las organizaciones civiles atemperan sin embargo la euforia de las élites de Nuevo León, estado industrial de 5,7 millones de habitantes que en 2022 se vio afectado por una sequía inédita y cuyas nubes de contaminantes a menudo alcanzan las montañas que rodean la capital.
El estado tendrá que ser capaz de responder “en un tiempo récord” a la demanda “de vivienda, agua, transporte, salud y educación”, advierte Sandrine Molinard, directora general de la organización Consejo Cívico, al anticipar un boom demográfico.