Pasaron 16 horas para que los padres de Ruhama de 13 años, se enteraran que la niña tenía una bala en el cerebro. Se trata de una bala perdida que traspasó el techo de la vivienda de la familia Marín Duarte, en la ciudad fronteriza de Pedro Juan Caballero, Paraguay.
La madrugada del domingo 22 de enero, la familia estaba reunida en la casa, aprovechando las vacaciones escolares, todos estaban despiertos, cuando de repente se escuchó un ruido y el desvanecimiento de Ruhama Marín, sus padres, Carlos y Andrea pensaron que la niña se había tropezado y había caído golpeándose la cabeza, ya que presentaba un pequeño corte en esa parte del cuerpo.
La llevaron de urgencia al Hospital más cercado a unos 700 metros, donde se le realizaron varias estudios, pero no contaban con tomografía, por lo que los médicos no supieron precisar lo que le había causado el desmayo a la menor de edad. La paciente empezó a convulsionar y vomitar, lo que asustó a los profesionales, que dispusieron su traslado inmediato a la capital en ambulancia, un viaje de más de 6 horas, con una distancia de 461 kilómetros en carretera.
Fueron momentos de terror para los padres que la acompañaron en el vehículo, ya que las convulsiones eran constantes y no sabían lo que le pasaba. Al llegar al hospital Central del IPS, nuevamente empezaron los estudios y análisis para determinar la causa de lo que ocurría con la Ruhama. Habían pasado 16 horas del desvanecimiento de la niña, cuando los médicos descubrieron lo que había ocurrido, nadie siquiera se podía imaginar el diagnóstico, Ruhama tenía incrustado en el cerebro una bala de plomo. La desesperación e impotencia se apoderaron de los padres, que sabían lo grave que es eso, y no se podían explicar cómo llegó esa bala ahí, ya que no escucharon ningún disparo cerca, por lo todo apunta a que fue una bala perdida, o disparo de arma de fuego al cielo, que por lógica se sabe que por la ley de gravedad todo lo que sube vuelve a bajar.
La inquebrantable fe de los padres
Carlos Marín y Andrea Duarte, padres de Ruhama, pese al susto y el miedo de perder a su hija, en todo momento demostraron tener mucha fe, y se aferraron a ella en todo momento, mucho más en las tantas veces de crisis y descompensaciones que sufrió la niña. Ellos desde un principio dijeron que la vida de su hija era un milagro, ya que muy pocos sobreviven a una bala en el cerebro.
Los médicos informaron a la familia que la bala estaba incrustada en una zona extremadamente sensible, por lo que la extracción es imposible, por lo que se espera que el cuerpo de la niña se adapte al cuerpo extraño, y que los daños neurológicos sean mínimos.
Tras 14 días de Cuidados Intensivos (UCI) empezó el proceso de despertar a la niña, la misma empezó a responder a estímulos, mover los dedos, y abrir los ojos. Los médicos dijeron que estas reacciones son muy positivas y que la niña ha demostrado que escucha y ve, aunque aún no ha emitido palabra alguna.
El caso Salvador Cabañas (Chava)
Otra persona, también paraguaya, que sobrevivió a una bala en la cabeza, es el ex-futbolista Salvador Cabañas, conocido como Chava, quien en la madrugada del 25 de enero del 2010 recibió un disparo en el interior de un bar en México; el mismo tras sobrevivir al atentado, y tras un largo proceso también logró despertar y actualmente, 13 años después, vive con el proyectil en una parte del cerebro, con una vida normal, aunque alejado de los estadios de futbol.